viernes, 14 de mayo de 2010

¿Qué hace un cambio?


Casi un mes sin agregar nada al blog. El tiempo se va rápido cuándo tienes exámenes y entregas finales al por mayor. En efecto, éste fue mi gris panorama las últimas semanas. Sin embargo, todo ha terminado y ahora puedo mirar a lo que sigue: ¿un trabajo?, ¿un curso?, ¿trabajar en mi book?, ¿un viaje?, ¿una nueva historia? Supongo que esa es la magia de todo esto. Las ganas es el único elemento que determina las cosas y, afortunadamente, tengo muchas de esas. 
Algo que me encanta de la vida es que estamos aprendiendo todo el tiempo y cualquier evento, por pequeño que sea, nos transforma y nos modifica de alguna manera. En relación a mis planes para el futuro, han habido dos eventos en el último mes que han transformado la forma en la que veo las cosas: la casi-muerte de mi perro y la pérdida de mi computadora. Sé que este último aspecto puede sonar ridículo, pero ya les explicaré por qué no lo es. Al menos no para mí.
MI PERRO

En relación a Falcon, se le detectó un tumor en su panza. Al día siguiente estaba postrado en la mesa de operación. Cuando llegué de la escuela con mi hermano, mi perro ya estaba ahí. Recuerdo que mientras abría la puerta estaba pensando en que tal vez no lo encontraría. Pensaba que tal vez no hubiera sobrevivido la operación. Pero no. Mi perro estaba ahí. Suspiré de alivio, sin embargo, mi alegría desapareció cuando vi la herida en su panza. Aquello no parecía obra de un veterinario sino de un carnicero. En ese momento sentí una genuina tristeza. En verdad me dolía ver a mi perro así. Es que no mames, ¡es Falcon! Mi amigo de los últimos 10 años. No es cualquier cabrón. Le veía la cara y sabía que él estaba triste también. Por más que quería, no podía levantarse a recibirme. No podía babear mi pantalón. No podía correr detrás de una botella.
Esta experiencia fue un algo que nunca había experimentado. Por primera vez me dediqué completamente a otro ser vivo. Y no digo que sea un tipo sin corazón que no se preocupe por los demás. Por supuesto que me importa la gente que quiero e incluso la que no. Sin embargo, este nivel de compromiso fue algo más allá. Me quedaba acostado junto a él, si ladraba salía a ver qué tenía, le daba de comer en la boca y me quedaba despierto hasta que pudiera dormir. Jamás había hecho eso por alguien. O al menos no sin pretender recibir nada a cambio o porque alguien me insistiera. Lo hacía porque debía y porque era lo que quería hacer. Y eso es lo increíble.
Nosotros nunca nos conocemos del todo hasta que la vida nos presenta determinadas situaciones y nos exige actuar de cierta manera. Si mi perro nunca se hubiera enfermado, tal vez seguiría sin saber que soy capaz de hacer algo como lo que hice. Somos seres de muchas facetas y poco a poco las vamos descubriendo. El punto es afrontar cada situación y optar por lidiar con ella de la mejor forma que podamos. Con esto en mente, incluso la jugada más mala onda de la vida puede ser una oportunidad para crecer.
MI COMPUTADORA
En relación a la computadora. ¡Ah! ¿Qué puedo decir? La olvidé en una mesa de mi escuela y no la volví a ver Ya hice todo lo que pude hacer para recuperarla pero, sencillamente, se me ha negado la oportunidad. ¿Qué fue lo que hice para evitar que la ira que nadaba en mi interior se hiciera evidente? Intenté encontrar el lado positivo a todo esto. Fue muy difícil. La razón principal es que dentro de esa computadora está mi vida. Tengo fotos, música, ideas, trabajos, escritos... En fin, no seguiré citando cosas sino la ira sí se hará evidente.
Sin embargo, esa es la realidad: perdí una computadora con contenido de más de 10 años de antigüedad. Todo lo que he creado en ese lapso de tiempo estaba ahí. No hay back-up, no hay nada. Todo valió y no sé si algún día lo vaya a recuperar. ¿Qué significa eso? ¿Todo el esfuerzo que invertí fue inútil? ¿Las horas que dediqué a escribir, a pensar y a trabajar, fueron una total pérdida? ¡Sí! Al menos eso pensaba al inicio. Pero, justamente hablando con César sobre esto, me encontré a mí mismo diciendo que no.
Tu mente y las cosas que salen de ella son aspectos distintos. Perdí lo segundo, sin embargo, lo primero sigue intacto. De ahí están saliendo estas palabras y de ahí van a salir muchas más. Entonces, ¿lo que perdí fue tan valioso cómo pensaba que era? ¡Otra reflexión amigos! Jaja. Yo creo que no. Hace dos años leí el primer libro que escribí. Tenía 15 años. Lagrad se llama (o se llamaba). No me gustó y lo reescribí. Quedó mucho mejor. Entonces, hace unos meses volví a leerlo y me sorprendí de nuevo con que no me gustaba tampoco. Sólo que esta vez no lo reescribí, me dio mucha flojera y pensé que, de igual forma, no me iba a gustar cuando lo leyera dos años después. Todo esto intentaba decirme algo. Hasta hoy lo entiendo.
Queremos guardar recuerdos de todo ya que no confiamos en nuestra mente y en su poder de crear cosas mejores. Yo soy muy dado a guardar cualquier estupidez. No sé a qué se deba. Tal vez en un nivel inconsciente le tenga miedo a olvidar. He guardado boletos de cine, revistas, fotos, cartas, reconocimientos, ropa, juguetes, ¡todo! Y cuando se trata de desprenderse de esas cosas porque ocupan demasiado espacio, me cuesta mucho trabajo.
Me imagino un incendio. Un incendio que queme mi cuarto. Un incendio que desaparezca todo esto que he guardado a lo largo de 20 años de existencia. Un incendio que termine con cada recuerdo. ¿En serio sería tan grave? Independientemente de los daños económicos, ¿qué otro daño habría? Últimamente he pensado que el daño es cero.
Es la memoria. Es la mente. Somos nosotros y las personas que nos rodean los que son valiosos. Puede que no me acuerde de lo que hice con mis amigos si no vuelvo a recuperar esas fotos. ¡Qué importa! Podemos salir y crear nuevos y mejores recuerdos. Incluso podemos platicar y, entre todos, recrear esas mismas historias que creíamos perdidas. Lo mismo sucede con mis libros, con mis diseños, con mis trabajos, con todo. Puedo crear algo mejor que haga parecer a lo anterior una basura y que me haga ver que su pérdida no fue tan grave. Sin embargo, eso dependerá de mí. Convencerme de ello y luchar por no frustrarme porque fui incapaz de crear algo mejor.

En fin, eso es todo en el post del día de hoy. Dos sucesos independientes que me hicieron cambiar mi forma de ser. Actualmente dependo de la computadora de mi hermano (y de su buen humor) para seguir actualizando el blog. Trataré de seguir subiendo cosas y, mientras tanto, veré qué onda con... lo demás, jaja. Gracias por leer (¡si es que lo leyeron todo!) y nos estamos viendo.

1 comentario:

  1. oyemeee!! como sigue Falcon!!!
    y tu compu, si si eso experimente cuando igual me volaron la mia, pero vaya que tu fuiste mas sabio (jajaja ya se que seguro pensaste: obviooo) :)

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