¡Qué tal!
El post de hoy tiene que ver con una película. Una película que me llamó la atención porque en el tráiler salía una de mis canciones favoritas (Wake Up de The Arcade Fire) y porque el soundtrack corría a cargo de Karen O de los Yeah Yeah Yeahs. De la película no tenía idea y menos del libro sobre la cual estaba basada. Sin embargo, las imágenes del tráiler y su música sembraron en mí la curiosidad por saber más. En EU salió el pasado 16 de Octubre y en México transcurre el día en el que ¨Where the Wild Things Are¨ todavía no ve la luz. La expectativa era tal que varios de mis amigos y yo esperábamos el estreno con ansias. Creo que tenía rato que una película no me provocaba tales ganas de verla. Por ello, a manera de protesta con los distribuidores que prefieren proyectar cualquier basura de historia, me acerqué al primer puesto pirata de mi comunidad y la adquirí. Por fin la vi y esto es lo que opino al respecto:
La película es una obra dedicada a la niñez. No sé porque me resulta tan fascinante esta etapa de la vida. De la mía y de la de cualquiera. Sencillamente hay una magia irrepetible cuando uno es niño y la película lo logra captar a la perfección. La historia narra la vida de Max, un chico de unos 10 años que vive en un mundo de fantasía. A su alrededor las cosas no van bien: sus papás están divorciados, su mamá está saliendo con otra persona y a su hermana le tiene sin cuidado. ¿Cómo lidia Max con todo esto? Crea un mundo propio, un lugar dónde puede ser libre y dónde todo es posible. Así es cómo llega a la ciudad de las cosas salvajes. Una isla en medio de la inmensidad del mar a la cual Max llega en un velero. Dentro habitan monstruos que proclaman a Max rey.
La película es una explosión de momentos aterradores y esperanzadores por igual. Peleas de barro, aullidos al amanecer, una construcción impresionante, siestas en medio de bestias, escondites dentro de estómagos, grandes saltos aéreos... Todo lo que un niño puede imaginar y todo lo que necesita para ser feliz.
Considero que el momento en el que todo deja de tener sentido es cuando tomamos la vida demasiado en serio. Siento que estamos propiciando las condiciones para que ser niño sea una actividad cada vez más difícil. Queremos que ellos aprendan de nuestra aparente madurez cuando somos nosotros los que debemos de aprender de ellos. Tan sólo recordemos lo bien que se sentía ser niño. Dejarnos impresionar, impresionar al resto, imaginar mundos, vivir en una fantasía, reír hasta llorar. Todo esto es genial, todo esto nos recuerda que estamos vivos.
No tiene nada de malo creer que somos capaces de lograrlo todo. Un niño se empeña y un niño confía en sí mismo. Por ello el mundo le parece tan pequeño y por ello puede aspirar a alcanzar los sueños más altos. El mundo necesita gente así, gente que se niegue a crecer del todo, gente que no deje de ser niño. El estereotipo de "adulto maduro" funciona cada vez menos. Ya nos hemos dado cuenta que tal cosa no existe. Ya sabemos que nadie puede hacer las cosas siguiendo la norma sin perder la razón en algún momento.
Después de ver esta película, la conclusión a la que llegué fue que el mundo es un lugar diseñado para niños. Estamos rodeados de cosas que sólo pueden ser apreciadas a través de un par de ojos despreocupados, curiosos, alegres, necios. Los momentos que recuerdo con mayor alegría de mi niñez son aquellos en los que saqué a aquella criatura salvaje de mi interior. Cuando me escondí en una construcción, cuando caminé en una ciudad desconocida sin rumbo, cuando hice una poción mágica con los productos de limpieza de mi mamá, cuando jugué baseball debajo de una tormenta, cuando hice una colonia de caracoles en una lonchera, cuando solté dos ratones en el cuarto de mi primo, cuando corrí en pleno Zócalo como un maniático. A fin y cabo son los momentos que me hicieron sentir vivo. Y así es cómo quiero seguir sintiéndome.
Considero que debemos de dejar de buscarle la lógica y el sentido a todo lo que nos rodea. La mayoría de las cosas no existen para ser pensadas, sino para ser vividas. Es momento de volver a ser niños. Por nuestro bien y por el del resto, vale la pena. ¡Saludos y gracias por leer!
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